OPINIÓN: Juan Pablo Duarte: valores y fe católica


Por Rubén Moreta

En el proceso de construcción del Estado Dominicano sobresalen elementos y símbolos cristianos. En primer lugar, el gentilicio “dominicano” rinde honor a los sacerdotes dominicos (los canes de dios), quienes vinieron a la isla La Española en septiembre del 1510 y desarrollaron una campaña tenaz de denuncia de la esclavitud a que los españoles sometían a los aborígenes. 

Asimismo, el cuadrilongo escudo nacional  tiene tres elementos cristianos: a) en el centro la Biblia abierta en el Evangelio de San Juan, capítulo 8, versículo 32, con la cita: “…y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”; b) una cruz católica y c) el lema Dios, Patria y Libertad. 

La bandera nacional está compuesta por una cruz blanca en su centro, y el escudo con los elementos cristianos indicados. 

Juan Pablo Duarte, fundador de la patria, era dueño de una gran fe católica, de ahí su fascinación por la simbología religiosa.  Duarte, fue bautizado en la ciudad de Santo Domingo, el 4 de febrero de 1813, nueve días después de su nacimiento, por el sacerdote José Ruíz y Domínguez, y en la transcripción del acta bautismal se lee;  

“Yo el infrascrito cura rector de la parroquial Iglesia de Sta. Bárbara, bauticé solemnemente, puse óleo y crisma a Juan Pablo, nacido el 26 de enero último, hijo legítimo de Dn. Juan José Duarte, natural de Verger en los Reynos de España y de Dña. Manuela Diez, natural de la villa de Sta. Cruz del Seybo; fueron sus padrinos Dn. Luis villa de Sta. Cruz del Seybo; fueron sus padrinos Dn. Luis Méndez, regidor de este ilustre Ayuntamiento y Da. Vicenta Cuevas, su mujer legítima, a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones; testigos Pablo Apolinario y Joaquín de Ozuna. fha. ut supra. (fdo.) Lic. José Ruiz”.

Rosa Duarte, hermana del prócer, describe que Juan Pablo: “siendo muy niño su madre le enseñaba el abecedario, la Sra. de Montilla íntima amiga de su madre, quiso ser ella la que lo enseñara a leer. Su madre aceptó el amistoso ofrecimiento y con dicha Señora, a la edad de seis años sabía leer, y de memoria recitaba todo el catecismo…”.

La madre de Duarte, Doña Manuela, le impuso sobre su pecho una medalla con una imagen católica, que siempre llevó consigo, evidencia de su unión con el paradigma cristiano.

Otro factor que contribuyó a cimentar la fe cristiana del creador de la nacionalidad dominicana, sin dudas, fue su relación con el sacerdote peruano Gaspar Hernández Morales, de quien recibió su primera instrucción sobre filosofía,  literatura y religión.

Duarte realiza una apología católica muy importante en el Juramento Trinitario, donde menciona tres veces a Dios, una vez a la Santísima Trinidad (hipóstasis que fusiona a Dios como padre, hijo y espíritu santo) y una vez a la cruz católica, símbolo identitario del cristianismo católico.

Según el también trinitario Félix María Ruíz, el texto del juramento trinitario es como sigue:

“En nombre de la santísima, augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente: Juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber a la separación definitiva del gobierno haitiano y e implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana; la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad.  Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo”.

La fe católica de Duarte queda evidenciada también en el hecho de que en su proyecto de Constitución o Ley Fundamental, el fundador de la nacionalidad dominicana expuso que: “la Religión predominante en el Estado es y deberá ser siempre la Católica, Apostólica, sin perjuicio de la Libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica”.

El eximio Padre de la Patria vuelve a mencionar la cruz en mayo del 1965, en una carta que dirigió a Félix María del Monte, refiriéndose a la Batalla de Azua, señalando que: “Un 19 de marzo triunfó la cruz y los iscariotes (malos dominicanos), escribas y fariseos proclaman triunfador a Santana”. En esa misma misiva, Duarte volvió a exponer su fe en el Ser Supremo al señalar: “Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi Patria libre, independiente y triunfante”.

En el marco de su gran religiosidad, la República Dominicana tiene dos advocaciones marianas, con categorías definidas por leyes del congreso: la Virgen de la Altagracia (protectora del pueblo dominicano) y la Virgen de las Mercedes  (patrona de la Nación).

Otro elemento a destacar es que, previo a la Era Republicana, durante el proceso de conquista de la isla por los españoles, a las villas que los dominadores crearon, le pusieron nombres combinados de “santos” católicos con denominaciones aborígenes: Santo Domingo de Guzmán, en honor al cruel jefe del Tribunal de la Inquisición o Santo Oficio; Santiago, en honor al apóstol, mártir y  patrón de España;  Santa Cruz de Aycayagua o Hicayagua o Santa Cruz de El Seibo;  en la zona sur, San Juan de la Maguana, en honor a San Juan Bautista, el anunciador del mesías Jesús y quien lo bautizó, y Maguana, nombre que le daban al lugar los nativos, cuyo significado en lengua taina es “llanura pequeña”.

De igual forma, en la actualidad varias provincias y municipios de la República Dominicana están dedicadas a figuras descollantes del catolicismo: en el Este, la provincia La Altagracia, con su capital Salvaleón de Higuey, en honor a la Virgen Protectora; San Pedro de Macorís, en honor a uno de los discípulos más prominentes de Jesús, constructor de su iglesia; San Francisco de Macorís, en honor a San Francisco de Asís, el gran renovador  de la iglesia cristiana que propugnaba por la vida frugal, entre muchos lugares más.

Además de la sobresaliente simbología cristiana de nuestras señas de identidad, la iglesia católica es un aparato ideológico de mucho poder y peso político en la República Dominicana.  Nada se hace en esta media isla sin la anuencia eclesial, porque vivimos en el siglo XXI como los europeos, en una edad media.

El autor es Profesor UASD.

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