PEQUEÑO ESBOZO DE UN ESCALPELO SOCIOPOLÍTICO RATIFICANDO MIS ACIERTOS Y DESACIERTOS

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Paradójicamente, a escasos meses de la celebración de las elecciones que culminarán con la cristalización de la instauración de un nuevo gobierno constitucional en la República Dominicana, a pocos meses de distancia del cierre de la campaña electoral, nuestra Carta Magna o Ley de Leyes y por consiguiente nuestro país, siguen siendo --- hoy, al igual que siempre--- irónicamente pisoteados bajo el umbral despiadado de un universo de DISCURSOS IRÓNICOS (las mayúsculas son mías), cuya cristalización no es más que la consecuencia macabra de nuestros dirigentes y mal denominados representantes políticos, quienes sólo aspiran a incrementar las ya inexhaustas arcas de sus haberes pecuniarios conexos con sus intereses particulares, para cuya implementación se hurga en el propósito de reproducir el consuetudinario hecho de convencer al electorado bajo el manto de la burla despiadada, para hacer frente al derroche de dinero que se ha venido despilfarrando bajo el manto de la corrupción en sus diversas facetas, e igualmente en el mantenimiento innecesario de una nómina alta y hartamente abultada, caracterizada por los consuetudinarios cuellos de botellas vacías, dentro de los cuales existen funcionarios de alta jerarquía y otros adeptos gestores allegados al paraíso de los estamentos presidenciales que no realizan ninguna función, lo que incluye a cultos letrados, semianalfabetos y hasta analfabetos que no saben escribir las iniciales de su(s) propio(s) nombre/s (valga el pleonasmo).
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He leído por los diversos medios de prensa innúmeras opiniones vertidas en lo conexo con la denominada “eliminación de la pobreza”, que alberga el propósito de implementar el gobierno que ha de surgir a raíz del esperado resultado de las elecciones presidenciales y congresuales, las cuales tienen como protagonistas séniores a varios alumnos del fenecido e inmortal Prof. Juan Emilio Bosch y Gaviño, en razón de lo cual resulta insoslayable a manera de esbozo afirmar lo siguiente:
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Constituye más que una obsoleta mercancía pasada de moda, una espeluznante utópica falaz verdad de Perogrullo, hablar de equidad social y de la malgastada oración tópica “la eliminación de la pobreza” inherente a los moradores del pueblo dominicano, cuando el universo de los más pobres de nuestra destartalada sociedad ha sido cabalmente inhibido de poder disfrutar de la airosamente aclamada perogrullada del crecimiento económico que sólo tiene acceso a los representantes de las grandes empresas y a los orcopolitas e hipócritas que aviesamente venden la efigie de ser defensores legítimos de la equidad social enmarcada sobre el parco espejismo de un patriotismo que no sustentan y de un falso e inicuo cristianismo que no ostentan; de un cristianismo irónico, exento de verdadera fe sobre los preceptos sacrosantos del Mesías crucificado en la Santísima Cruz del Calvario, cuando sólo son sustentadores aturdidos de un modelo de “democracia sin pueblo”, absurdos representantes de una patria que pisotean y mancillan en lo más íntimo de sus entrañas, descabellados defensores de sus intereses particulares y gestores aviesos e inclementes de la más patética injusticia humana.
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Se abusa del candor y de la humildad de nuestro mil veces glorioso pueblo quisqueyano, cuando se quiere inculcar a sus dignos representantes que LA ELIMINACIÓN DE LA POBREZA Y LA INSTAURACIÓN DE LA EQUIDAD SOCIAL (las mayúsculas son mías), serán legítimamente consumadas con el simple resultado de las ut supra elecciones que han de celebrarse en el mes de mayo del año en curso; puesto que es bien sabido que los más pobres de la nación dominicana seguirán siendo más pobres, si no se extirpa de una vez y para siempre de las entrañas mismas de nuestra prodigiosa tierra el flagelo del crimen y la impunidad; e igualmente el despilfarro inmensurable de los recursos del erario público para costear el proselitismo político partidario, el privilegio desmedido y las abyectas compras de conciencias.
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La desgracia social seguirá presente en el patético hábitat del retinto escenario en que duerme y despierta la gran mayoría de los ciudadanos de nuestro humilde pueblo humillado, digno y trabajador; puesto que no hay que ser un erudito en la materia para comprender que son precisamente las aludidas barbaries, las retintas parcas mazmorras que brillan por su presencia a la luz de cada día en el nublado cielo de nuestra Quisqueya hambrienta, enferma y desnutrida, y análogamente las nauseabundas constantes estacionarias que pululan inclementes sobre los surcos fecundos de nuestro rico suelo, usurpado y vulnerado por las actitudes y aptitudes de sus hijos ingratos.
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Resulta una abyecta falacia afirmar que se llevará a efecto un genuino accionar con el propósito de producir un verdadero cambio en la situación infrahumana en que viven nuestros desafortunados conciudadanos; máxime, cuando como protagonistas de primer orden aparecen en el inventario de los destinados a dirigirnos y representarnos a partir del próximo evento electoral, perversos actores e insaciables orcopolitas, profanos usurpadores de la justicia social y cínicos auspiciadores de la colusión que mancilla la dignidad humana.
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No basta con fundamentar la política económica y social en la simple cumplimentación de apresuradas reformas a nuestras óptimas leyes existentes, muchas de las cuales han sido copiadas e importadas de otras naciones donde La Constitución no es ¨un simple pedazo de papel¨. Lo pertinente y atinado es desarraigar de una vez y para siempre la impunidad que gravita sobre el hurto despiadado de los fondos del erario público, que ya es consuetudinario y se comete a la luz de cada día por una significativa prorrata del universo de nuestros funcionarios, para lo cual no es imprescindible proveerse de asesores exóticos, porque en nuestro país hay expertos en la materia y la metodología a utilizar resulta sencillamente sencilla; basta con designar para tales fines a funcionarios probos y capaces en los diferentes ministerios del Estado (el actual Contralor General de la República es un auténtico paradigma de eficiencia y de capacidad).
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No se puede soslayar ni dejar de otear que es imprescindible ausentarse del clientelismo político y sondear con urgencia un verdadero plan de austeridad en el gasto corriente, seguido al unísono de una justa distribución del Ingreso Nacional; pues de lo contrario, el merecido desarrollo del país seguirá siendo atrofiado sobre las briznas inefables de la utopía y pernoctará aparcado exento de importancia el alardeado argumento del denominado crecimiento económico, si el mismo no es distribuido con equidad entre el universo de los habitantes de esta amada desafortunada tierra dominicana, a la que un día forjó como nación libre e independiente a costa de su sangre y de su vida ¨El Cristo de la Libertad Dominicana¨, Juan Pablo Duarte y Díez .
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El señor Gonzalo Castillo (con el apoyo incondicional del experto estadista y estratega político Lic. Danilo Medina Sánchez y del gobierno), el prestigioso Lic. Luis Abinader y el consumado intelectual Dr. Leonel Fernández Reyna (los tres candidatos con mayor presagio de posibilidades a ser premiados con la preferencia del electorado), surgen como las ¨estrellas rutilantes¨ en el retinto escenario político dominicano, por lo cual tienen la grandiosa oportunidad de aportar a la reconstrucción de una patria más justa y próspera para todos los dominicanos, mejorar la paupérrima calidad de la educación dominicana, extirpar para siempre la parca inseguridad ciudadana, el abominable flagelo del feminicidio y el maltrato doméstico, haciendo realidad los preceptos inmaculados de nuestros inmortales patricios y del más insigne y puro de los políticos dominicanos del último siglo (el Profesor Juan Emilio Bosch y Gaviño).
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En síntesis; me asalta el presagio de que después de las próximas elecciones los vulnerables seguirán siendo más vulnerables y los orcopolitas seguirán siendo más poderosos. De no ser así, que El Omnipotente otorgue su merecido premio para siempre a nuestros actores políticos; en caso contrario u opuesto, que lo tome en cuenta.
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