San Juan: promesas de cambio, realidad de abandono y pobreza

Por: Ysidoro Paulino (Junior)

San Juan, históricamente conocida como el Granero del Sur, vive hoy una realidad dolorosa. Mientras el gobierno promueve su discurso del “cambio”, la provincia sufre los efectos de un abandono sistemático, marcado por el deterioro de los servicios públicos, la escasa inversión productiva y una pobreza que sigue creciendo sin freno.
A pesar de las múltiples promesas oficiales, la producción agrícola sigue estancada y desfasada, los caminos vecinales están en ruinas y los pequeños productores se sienten desprotegidos. Las grandes obras anunciadas por el gobierno, como la presa de Monte Grande, siguen sin beneficiar de manera concreta a los sanjuaneros. Mientras tanto, los hospitales carecen de medicamentos, la educación pública sufre por falta de recursos y los jóvenes no encuentran oportunidades de empleo ni de formación.
Lo más preocupante es que, en vez de priorizar inversiones que generen impacto real en la calidad de vida de la población, el gobierno ha enfocado su atención en proyectos costosos y de dudosa utilidad para la provincia, como la construcción de un aeropuerto doméstico y una zona franca que, hasta el momento, no responden a las necesidades más urgentes de San Juan.
A esto se suma el despilfarro de recursos públicos a través del malogrado Plan San Juan, un programa que fue vendido como una esperanza de desarrollo integral para la provincia, pero que en la práctica ha sido una fuente de contratos innecesarios, compra de políticos de oposición, repartidora entre empresarios, #políticos ligados al actual gobierno, poca ejecución y escasos resultados visibles. El plan ha quedado como otro ejemplo más de cómo se dilapidan fondos públicos sin generar cambios reales para la gente.
Entre esas prioridades olvidadas destaca una que es vital y urgente: la construcción de un hospital traumatológico. San Juan carece de un centro especializado para atender emergencias de alta complejidad, accidentes de tránsito y traumas graves. Esta carencia obliga a trasladar pacientes a otras provincias, poniendo en riesgo vidas y provocando más sufrimiento a familias vulnerables. En lugar de levantar un aeropuerto innecesario, ¿por qué no se invierte en un hospital que sí puede salvar vidas?
¿Qué sentido tiene construir un aeropuerto en una provincia donde la mayoría de las comunidades carecen de agua potable, calles asfaltadas o servicios de salud dignos? ¿A quién beneficia una zona franca si no existen políticas claras para impulsar el empleo local ni condiciones de preparación técnica para aprovechar ese tipo de infraestructura?
Estas decisiones reflejan una gestión desconectada de la realidad del pueblo. Un “cambio” que ignora las prioridades básicas y que, en lugar de aliviar la pobreza, la perpetúa.
San Juan no necesita obras de vitrina ni anuncios rimbombantes. Necesita inversión en lo esencial: agricultura, salud, educación, empleo y servicios básicos. Necesita un gobierno que escuche, que entienda y que actúe con sensibilidad social, no con cálculos electorales.
La provincia exige un rumbo diferente, una visión con compromiso real. Y ese cambio auténtico no vendrá de quienes ya han demostrado su incapacidad, sino de una nueva fuerza política que ponga en el centro al ser humano y su dignidad.

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