EN ESPAÑA: Fallece Aida Trujillo Ricart, la hija mayor de Ramfis Trujillo y nieta del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
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Nacío en la República Dominicana, en la entonces llamada Ciudad Trujillo, hoy de nuevo Santo Domingo, el día 23 de agosto del año 1952.
Era hija de Rafael Leonidas Trujillo Martínez, más conocido como Ramfis, primogénito de Rafael Leonidas Trujillo Molina, "El Jefe". Su madre fue Octavia Ricart Martínez, a quien llamaban cariñosamente "Tantana", y su abuelo materno, conocido opositor del régimen trujillista, fue Pedro Adolfo Ricart.
Su vida transcurrió entre Santo Domingo, Madrid, Barcelona, Lausanne (Suiza), Roma, Estados Unidos...
Residía en Madrid. Se casó primero con Paco Muñoz y fue madre de cuatro hijos: Carlos, Jaime, Haydée y Nicolás. Tenía una nieta, Aitana, que es hija de Carlos, el mayor. Luego se divorciaron.
Escribió el libro "A la Sombra de mi Abuelo". Según sus propias palabras, en él afirmó abiertamente, "Este no es un ensayo de historia…" "Es un relato novelado…" "He querido dejar volar mi imaginación…" etc.
A seguidas una carta enviada a Adriano Miguel Tejada (EPD) a la sazón director de Diario Libre:
En ningún momento he tenido la intención de distorsionar la historia. Simplemente he aportado un punto de vista diferente a lo que, sobre mi abuelo Trujillo y mi padre, su hijo Ramfis, se había escrito hasta ahora.
Imagino que Vd. habrá leído y escuchado que, en varias ocasiones, he pedido perdón, a través de la prensa y otros medios de comunicación, a las posibles víctimas, directas o indirectas, tanto de mi abuelo como de mi padre. Y vuelvo a pedirlo humildemente y con el mayor respeto aquí si, con mis declaraciones, he ofendido a alguna de ellas.
Pero también quiero manifestar que la historia puntual que he escrito y que describe a una tal Margarita Perdigón, pseudónimo que he utilizado para no injuriar ni hacer daño a nadie, es totalmente veraz. Fue mi madre, Octavia Ricart, más conocida como Tantana, quien me la contó en más de una ocasión. La actitud que tuvo en su momento esa joven la hizo sufrir mucho. Tanto como hubiese hecho sufrir a cualquier mujer enamorada.
Todos tenemos derecho a tener distintos puntos de vista, por supuesto. Y más cuando, de un modo u otro, hemos sido víctimas de una dictadura. Por suerte hoy en día, tanto en Dominicana como aquí en España, vivimos en democracia.
El Sr. José Del Castillo, en un artículo escrito en su periódico, según sus palabras, opina que mi padre, Ramfis Trujillo, fue un privilegiado, entre otras cosas, por haber ostentado el rango de general del ejército cuando aún contaba con tan sólo 10 años de edad. Yo opino lo contrario. Eso me parece una barbaridad, un daño y una carga absurda para un niño. Aparte de ser, a mi modo de ver, una solemne ridiculez.
En cuanto a la "historia rosa" a la que se refiere el Sr. Del Castillo y que, según él mismo dice "no le encaja", sobre la relación que hubo entre el Dr. Balaguer y mi padre, Ramfis Trujillo, tengo que asegurarle que no fue de ese precioso color, en absoluto.
Yo la viví directamente y a través de mis padres. Yo fui apátrida y sí, tuve que viajar con una "Carta di Viaggio d'Italia", que no pasaporte, pues eso no significaba que se nos hubiese concedido la nacionalidad de ese bello país. ¡Eso lo sé yo mejor que cualquier historiador porque lo sufrí en mis propias carnes, señores! Fue muy duro y muy triste para mí el no tener patria a la edad de 9 años.
Y, por supuesto, pasados unos años (el Sr. Del Castillo habla del 1966 y esto ocurrió a finales de 1961) mi padre, Ramfis Trujillo, se vio obligado a decir que apoyaba al Dr. Balaguer. De no haberlo hecho, es muy probable que no nos hubiesen devuelto nuestra nacionalidad!
Al igual que, cuando me refiero a mi abuelo, Pedro Adolfo Ricart, cuando le vaticina a su hija, mi madre, "Tantana, vas a escupir sangre en una bacinilla de oro…", no fui yo la que le dijo eso. Si se fija, todo el relato está contado en tercera persona. Incluso cuando hablo de mi misma, hablo en tercera persona.
> Rafael:
No he querido desvalorizar intelectualmente a mis lectores repitiendo interminables "él pensaba", "se decía", "se lamentaba", porque considero que están suficientemente capacitados para entender, con una sola vez, que me estoy refiriendo a los sentimientos de otros y no a los míos.
Tampoco he pretendido, ni pretendo, justificar a nadie. El valor que tiene la vida humana no tiene precio. Ni, el adueñarse de ella, justificación ninguna. Nunca entenderé, ni aprobaré en absoluto, los crímenes que cometieron mi abuelo, Rafael Leonidas Trujillo Molina y mi padre, Ramfis. ¡Pero tampoco apoyaré los que cometió el Dr. Balaguer!
Yo, por entonces, me sentía algo culpable, cosa muy humana y comprensible, por "hablar mal" en público de mi propio abuelo. Y, en ese sueño, él mismo me libera, en cierto modo, de mi linaje, de mi familia, de él mismo, diciéndome que cuando lo hago le quito karma. Me disculpa, me reconforta, me anima a que siga haciéndolo, algo hartamente criticable por el resto de mi familia, en general.
Pero esto no quiere decir que mi visión fuese "una realidad" sino, probablemente, un ensueño de mi inquieta mente.
En cuanto a los "interpósitos testigos" de los que el Sr. Del Castillo habla, como "directos intermediarios de los demonios de lengua de fuego", me pregunto, y me he preguntado más de una vez, una cosa. ¿Por qué dichos testigos ostentaban sendos cargos socio-políticos durante la Era de Trujillo? ¿Por qué apoyar una dictadura con la que no estaban de acuerdo? ¿Por qué, como muchos otros, no optaron por el exilio voluntario o la lucha "a brazo partido"? Con esto no pretendo juzgar a nadie. Lo único que quisiera es llegar al quid de la cuestión, entender mejor.
"Del árbol caído es fácil hacer leña", reza un refrán español. ¿Por qué, como muchos otros, no haber estado "en el otro lado" de aquel horror cuando todavía el árbol seguía en pie?
Lo siento pero, como demócrata que me considero, opino que eso no es correcto. ¡O se está o no se está!
Y, si es justificable el que esos testigos hayan actuado así por miedo, algo también muy comprensible, no lo es que una nieta, una hija, se empeñe en separar las figuras del abuelo, del padre, de sus terroríficas figuras políticas?
Gracias, Sr. Tejada, por publicar esta carta. Nunca me ha gustado que se dijesen cosas en mi nombre. Y mucho menos, cosas tergiversadas y que pueden herir, aún más, a un pueblo que ya lo ha sido, en demasía, por mis antecesores. Algo que, quiero expresar, me duele profundamente pero que, por desgracia, no puedo borrar. Únicamente puedo intentar "exorcizar" un poco.
Le agradezco su atención y, con todo respeto, le mando un muy cordial saludo, Aída
Aída falleció en el día de hoy a los 72 años, debido a una larga enfermedad, cáncer de pulmón, en su residencia en Madrid, España, acompañada de su ex esposo el director de cine Enrique Gabriel, y por sus hijos y nietos.
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