ARTICULO: La sociedad de los vínculos rotos.

Por: Vilmania Oviedo López.

Periodista – Locutora_

Desde hace mucho tiempo como mujer joven, profesional y perteneciente a la sociedad activa del mundo de hoy, he venido observando e incluso padeciendo la actitud de mis contemporáneos frente a lo que se supone debe ser, o mejor dicho, frente a lo que ‘’a algunos nos enseñaron que debe ser.’’ Esta inquietud se refleja en todos los aspectos de la vida cotidiana. 

Si iniciamos un desglose, en los últimos tiempos hemos pasado de exigir profesionales de excelencia a apoyar la mediocridad por preferencia, he visto como increíblemente se sobreponen personas y personajes de nulo aporte a las instituciones, por encima de quienes se han formado en esfuerzo y dedicación para alcanzar niveles aptos y así cumplir estándares de calidad que eran exigidos y que hoy son ignorados. Esto en el ámbito profesional y laboral. 

En el aspecto de la vida personal, tal como leí mientras divagaba por Instagram en la cuenta @orientaconducta “Vivimos en una era donde comunicarte te hace ‘’intensa’’, poner límites te hace ‘’complicada’’, tener carácter te hace ‘’rígida’’, ‘’amar demasiado te hace tonta’’, y esforzarte por hacer que las cosas funcionen te hace ‘’perfeccionista.’’ En resumen, la excelencia se ha convertido en lo ‘’malo’’ y la mediocridad en lo ‘’apropiado’’.

En ese mismo tenor, en la sociedad actual se ha convertido en un reto de imposibles desafíos el hecho de construir relaciones de todo tipo, si te permites iniciar una amistad (en el entendido significado de la palabra cuya definición dejaré al finalizar este articulo) eres ‘’interesado’’, si empiezas a conocer una persona para convertirse en pareja debe ser bajo la frialdad y distancia de la comunicación cero y el compartir nulo, porque lo contrario a esto sería ‘’abrumar’’, si en el trabajo eres proactivo, diligente, eficiente, solidario, ‘’eres lambiscón o busca puntos’’, si te preocupas o utilizas el sentido común eres el espécimen raro del grupo con el cual no se puede convivir porque ‘’eres controlador’’. Así podríamos colocar en esta lista una serie de comportamientos y actitudes que asombran a unos cuantos y son normales para la inmensa mayoría. 

Nos hemos convertido en entes tan agresivos y agredidos que lejos de ser la llamada ‘’generación de cristal’’ deberíamos llamarnos ‘’propulsores de la soledad perpetua’’ porque todo lo que nos han enseñado como ‘’bueno’’ en el presente es ‘’malo’’. Es malo cuando obtienes laudes por excelencia en el desempeño de la vida profesional, estudiantil o social, es ofensivo cuando haces el bien no por intercambio de ganancias sino por el bien común que a fin de cuentas es el que le da sentido al funcionamiento individual, y es ‘’deplorable’’ cuando mantienes una posición coherente y leal en las relaciones sociales, en donde encima de saberte rodeado por algún círculo donde todo empieza con el saludo de llegada y se termina al despedirse al cabo de 1 hora de compartir, también tienes que aprender a ver válido todo lo impensable, con el famoso ‘’normalicemos’’. 

Nuestros contemporáneos no quieren profundizar en ningún tipo de relación interpersonal (Relaciones laborales, de amistad, sociales, parejas, etc.) Porque eso trae consigo responsabilidad, pero sienten depresión o tristeza cuando otros logran estar rodeados de gente con vínculos construidos en base a todo lo que se rechaza por no asumir sacrificios. También es ‘’ridículo y sin clase’’ cuando aplaudes un artista en un concierto o bailas tu música favorita, esto traído porque ahora todos son la estrella, pagan por entrar al show no para ver el artista, sino para que los vean allí. 

Al final, existe un grupo, dentro del cual me incluyo, que estamos en el amargo proceso de desaprender lo que sabíamos, para aceptar y ‘’normalizar’’ lo inconsciente, imprudente, infundado, infructuoso, inoperante, irresponsable y superficial; pues a pesar no olvidar nuestros valores, principios y posiciones, el ejercicio de desaprender para aprender es la única vía de

permanecer en la cordura mientras se continúa desarrollando *la civilización de los vínculos rotos.

Amistad* es una relación interpersonal basada en la confianza, el afecto, la comunicación y el apoyo mutuo, en la que ambas partes se valoran y se eligen libremente”.

(Bukowski, Laursen & Rubin, 2018, p. 213

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