ARTICULO: Liderazgo verdadero el que no se apaga cuando cesan las cámaras

 Por: Alfredo del valle

En cada comunidad, en cada barrio, en cada rincón donde la gente lucha día a día por salir adelante, existen personas que asumen la tarea más difícil y menos reconocida, liderar con constancia, son hombres y mujeres que no esperan aplausos, cámaras ni titulares; su recompensa es el bienestar de su gente, ellos son los líderes verdaderos, aquellos que trabajan los 365 días del año, en silencio y con compromiso, por el desarrollo y la dignidad de su comunidad.

El verdadero liderazgo no se improvisa, no surge por conveniencia ni se enciende cuando hay una tragedia o una emergencia que pone a prueba la solidaridad colectiva. 

El liderazgo auténtico se construye en los pequeños actos de todos los días, en la gestión que logra una calle pavimentada, en la reunión comunitaria donde se busca solución a un problema, en la visita a una familia en necesidad, o en la voz que se levanta ante la injusticia sin temor a perder privilegios.

Sin embargo, junto a esos líderes de carne y hueso, surgen también los líderes de ocasión: aquellos que solo aparecen cuando las cámaras están encendidas, cuando una calamidad golpea o cuando el dolor ajeno se convierte en oportunidad para figurar. Son los que llegan con discursos elaborados, promesas vacías y fotografías que llenan las redes, pero que desaparecen cuando se apagan los reflectores.

Ese tipo de liderazgo no construye comunidad, la utiliza. No acompaña, sino que capitaliza el sufrimiento. No sirve al pueblo, sino que se sirve de él.

Frente a esa superficialidad, vale más que nunca reconocer y valorar el trabajo constante de quienes lideran desde la cercanía.

 Los líderes locales, los dirigentes comunitarios, los funcionarios comprometidos que no esperan la emergencia para actuar, sino que trabajan para evitarla.

 Ellos son el pilar del progreso, la esperanza en medio de la indiferencia, la prueba viva de que el liderazgo auténtico no necesita protagonismo, sino propósito.

Que este sea un llamado a la conciencia, a reconocer más a quienes construyen en silencio que a quienes se muestran solo en el ruido de la crisis, porque la grandeza del liderazgo no se mide por la visibilidad en los momentos difíciles, sino por la constancia en los tiempos de calma.

Este artículo no va dirigido a una persona en particular pero, como dice el refrán, “al que le sirva el zapato, que se lo ponga”. Lo escribo mientras observaba el trabajo ante el posible paso de la tormenta Melissa, donde muchos se presentaron mientras había cámaras, y luego no aparecieron más.

Aprovecho también para felicitar el excelente trabajo realizado por las autoridades del Comité Provincial de Emergencia en San Juan, encabezados por la señora Gobernadora Provincial, doctora Ana María Castillo, y la directora de la Defensa Civil, Sandra  Matos, quienes demostraron con hechos que el liderazgo verdadero es el que no se apaga cuando cesan las cámaras.

Pero también es justo decirlo con claridad, la población observa, aunque muchos crean que no, La gente vio quiénes estuvieron presentes y quiénes brillaron por su ausencia cuando más se necesitaba. 

En los momentos difíciles no hay lugar para las excusas ni para el protagonismo de ocasión, solo  hay lugar para la responsabilidad, el pueblo tiene memoria, y tarde o temprano pasa factura a quienes solo aparecen cuando conviene y desaparecen cuando el deber llama.

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